Biodanza

Con el baile recuperamos nuestro cuerpo, la confianza en nosotras, nuestra seguridad, la alegría, el disfrute, el placer, la fuerza y la libertad; poderes que los sistemas y culturas patriarcales reprimen.

La biodanza nace en América Latina hace más de 40 años, de la falta de amor, en un mundo profundamente bélico e individualista. En un mundo como éste, “el mejor acto político es el abrazo”, declara Rolando Toro, creador de la biodanza, psicólogo y antropólogo chileno. 

Es un sistema de integración humana, de reconexión con el cuerpo, el afecto, y la vida. A través del movimiento corporal, la música, la caricia, el encuentro con el grupo y la expansión de la conciencia, desplegamos todos nuestros potenciales para la vida: la vitalidad, la creatividad, la sexualidad, la afectividad, y la trascendencia.

La biodanza permite reconectarnos con la sabiduría orgánica de nuestro cuerpo. Fortalecemos nuestra capacidad de vincularnos afectivamente y crear vínculos recíprocos, amorosos, de respeto, buen trato y reconocimiento mutuo. La autenticidad, el amor, la belleza y la conciencia ética es el gran regalo de la biodanza; ¡él de la vida misma!

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